Julio Garmendia nació en
Tocuyo, Venezuela el 9 de enero en 1898 y creció en Barquisimeto bajo el
cuidado de su abuela debido al temprano fallecimiento de su mamá. Después de
cumplir el bachillerato a los 17 años de edad, se trasladó con su padre a
Caracas. Allí comenzó a trabajar como periodista para el diario El Universal y revistas de la época y se
activa en círculos intelectuales de la ciudad. En 1923 se trasladó a Europa y
vivió primero en Roma y después en París y Génova donde trabajó en el Cónsul
venezolano. Se murió en Caracas el 8 de julio 1977.
Garmendia se destaca por su
literatura del realismo fantástico. Su primer libro, La tienda de muñecos, se publicó en 1927 y se considera vanguardista,
rompiendo con el realismo y el criollismo de la época en la cual que él se
desarrolló como escritor. En su ficción, se encuentra lo fantástico y lo
imaginario en que predomina lo ingenuo, el amor a la naturaleza y el humor.
En su época de escribir,
Garmendia se relacionó con integrantes de la Generación del 28. Generación del
28 fue un grupo de estudiantes universitarios de la Universidad de Los Andes
que formó un movimiento denominado "Generación.” Entre 1908 y 1935,
Venezuela vivió una dictadura bajo Juan Vicente Gómez que reprimió sus
oponentes, creando muchos exiliados venezolanos en la época. Generación llegó
hacer un gran impacto en el cambió político del país que rompió con la historia
política del siglo XIX. El movimiento representó una lucha política del
caudillismo y del dictador Gómez, siendo el primer movimiento de masa histórica
en la política venezolana. También en contra el imperialismo norteño, introdujo
nuevas ideológicas a las cuales que Gómez no se pudo adaptar como el socialismo
o la democracia.
Su cuento corto, “Manzanita,” se publicó en 1951 dentro de un libro de cuentos titulado La tuna de Oro. Los años de esta época eran marcados por una búsqueda de identidad
venezolana. Desde el principio del siglo XX, Venezuela experimentó el éxito de
exportaciones de petróleo. Sin embargo, mientras que se globalizó el mundo, la
realidad venezolana experimentó el imperialismo de los Estados Unidos motivado
por intereses comerciales. Durante la época, Venezuela luchaba por definirse
políticamente y culturalmente como un país. Lean el cuento original aquí y hagan caso a la moraleja que presenta en el contexto cultural que acabo de exponer: http://www.lenguadigital.com/2011/06/manzanita-julio-garmendia/.
Tomando en cuenta mi aprendizaje en la literatura hispanoamericana, especialmente en el campo de literatura infantil, escribí esta adaptación de “Manzanita." ¡Disfrútenla!
Manzanita
De Julio Garmendia
De Julio Garmendia
Adaptación de Sara Werner
Una vez en un pueblo, llegaron las manzanas del Norte y la Manzanita
criolla se sintió despreciada a pesar de todo lo que había servido en el
pasado. El frutero cuidó de lo mejor a sus manzanas norteñas con cajas cubiertas
con una tela especial para protegerles de las moscas y las abejas. También las pulía
cada mañana para que se vieran nuevamente frescas. Era el verano y el clima muy
caluroso durante estos días, la época perfecta para tomar un batido frío y
picar fruta fresca. Entonces, incluso los clientes empezaron a llegar a la
frutería y a pedir las manzanas norteñas con antojo de comérselas. Las levantaban
y las olían enamorados de ellas mientras Manzanita les miraba desde la
distancia celosamente.
Un día, la Manzanita criolla no podía aguantar el dolor del rechazo nada más y buscó los consuelos de Señor Coco.
Un día, la Manzanita criolla no podía aguantar el dolor del rechazo nada más y buscó los consuelos de Señor Coco.
--¡Prefiero morir que no servir para nada!—lloró Manzanita.
--Pobre Manzanita—lamentó Señor Coco, pero no sabía que más de decir.
Entonces, su mejor amiga, la Piña, se le acercó y dándole un abrazo le dijo—No llores, Manzanita, todavía sirves para mucho. Ya no puedes rendirte porque vamos a madurar y hacernos tizana como siempre hemos soñado.
Desde arriba, las abejas habían estado buscando un charquito de jugo dulce para sorber y habían escuchado las quejas de Manzanita. Le dijo—Si no fueras una llorona, Manzanita, no sabrías tan salada y todo el mundo te querría.
--Es la verdad—llamaron los Mangos de su caja—Las frutas no deberían llorar porque tienen celos de sus hermanos de otro país.
Pero, la Piña defendió a su amiga y les retó—Uds. no dirían lo mismo si fueran los que habían sido reemplazados por mangos norteños.
--Nosotros los Mangos no tenemos hermanos en el Norte, pero quien eres tú para retarnos cuando tú te crees la reina del frutero porque tienes las hojas más largas en tu cabecita. Tú no puedes encargarte de nosotros.
La discusión continuaba hasta la noche sobre quien era la mejor fruta y si había o no había necesidad de tener solidaridad entre las frutas del pueblo. Escuchando todo, Manzanita seguía llorando hasta que se durmió. Sin embargo, justamente antes de dormirse, Señor Coco finalmente le ofreció un consuelo.
--Quizás las norteñas no van a quedarse. Ten paciencia—le susurró.
Esta noche, cuando Manzanita dormía, soñaba con las manzanas norteñas. Soñaba que Manzanita había muerto y un pájaro que volaba sobre los procedimientos de su entierro trajo noticas que las norteñas también habían muerto y todos necesitaban un entierro también. Según el pájaro, había mucho calor este día y ellas no lo pudieron soportar. De repente, Manzanita, se despertó a causa de unos golpes que sonaban como carne cayendo sobre madera. Abrió sus ojos y vio que el frutero estaba botando las manzanas norteñas dentro de una caja vacía que decía “NO VENDER.” Las que aún vivían él las puso en la nevera. Manzanita no podía creer lo que había visto. Empezó a soltar alrededor de la frutería despertando a todas las frutas, jubilosamente.
--¡Soy la manzana más fuerte de la frutería! ¡Solo un día de gran calor y no se venderán las norteñas!
Mientras Manzanita celebraba, una mujer con cañas y una cara arrugada y tierna entró el frutero y pidió—La mejor de sus manzanas, por favor.
El frutero se dio la vuelta para abrir la nevera y sacar una manzana norteña.
--Ah, pero yo no pensaría en hacer mi tizana tradicional con las manzanas norteñas—la mujer le corrigió.
Entonces, el frutero levantó a la Manzanita criolla y se la dio a la mujer sonriendo—Ella es perfecta.
El pecho de Manzanita se llenó con orgullo y felicidad en las manos de su compradora. ¡Ella iba a hacerse tizana! Su sueño se había realizado, pero cuando la mujer salió de la frutería, Manzanita echó una mirada más hacia sus amigos y vio a las manzanas norteñas aisladas en la nevera. En este momento, Manzanita sintió su dolor porque también lo había experimentado. Por eso, la Manzanita criolla se dio cuenta que las norteñas no le habían quitado el valor sino que Manzanita había buscado su valor en la opinión de los otros en vez de buscarla dentro de ella misma. Y colorín colorado la historia de Manzanita se ha acabado.
el autor es venezolano??? :D :) xf la necesito urgentemente ara una exposicion ¡¡¡ gracias ejrjejeje :*
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Deletebun cuenthy
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ReplyDeleteNho ze dibujarz Komo lhe ago whez
ReplyDeleteFue un cuento muy interesante que lei cuando estudiaba mi bachillerato.Me encanto el estilo de Julio Garmendia de usar el mundo magico de las frutas criollas defendiendo su sitio ante la invacion de una fruta del Norte.
ReplyDeletenecesito es la tuuuna de oroooo!!
ReplyDeleteME ENCANTO EL CUENTO LO LEI CUANDO ME MANDARON A REALIZAR UN TRABAJO EN 3ER AÑO
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