Thursday, July 4, 2013

Julio Garmendia, “Manzanita” y una adaptación

Julio Garmendia nació en Tocuyo, Venezuela el 9 de enero en 1898 y creció en Barquisimeto bajo el cuidado de su abuela debido al temprano fallecimiento de su mamá. Después de cumplir el bachillerato a los 17 años de edad, se trasladó con su padre a Caracas. Allí comenzó a trabajar como periodista para el diario El Universal y revistas de la época y se activa en círculos intelectuales de la ciudad. En 1923 se trasladó a Europa y vivió primero en Roma y después en París y Génova donde trabajó en el Cónsul venezolano. Se murió en Caracas el 8 de julio 1977.
 

 

Garmendia se destaca por su literatura del realismo fantástico. Su primer libro, La tienda de muñecos, se publicó en 1927 y se considera vanguardista, rompiendo con el realismo y el criollismo de la época en la cual que él se desarrolló como escritor. En su ficción, se encuentra lo fantástico y lo imaginario en que predomina lo ingenuo, el amor a la naturaleza y el humor.

En su época de escribir, Garmendia se relacionó con integrantes de la Generación del 28. Generación del 28 fue un grupo de estudiantes universitarios de la Universidad de Los Andes que formó un movimiento denominado "Generación.” Entre 1908 y 1935, Venezuela vivió una dictadura bajo Juan Vicente Gómez que reprimió sus oponentes, creando muchos exiliados venezolanos en la época. Generación llegó hacer un gran impacto en el cambió político del país que rompió con la historia política del siglo XIX. El movimiento representó una lucha política del caudillismo y del dictador Gómez, siendo el primer movimiento de masa histórica en la política venezolana. También en contra el imperialismo norteño, introdujo nuevas ideológicas a las cuales que Gómez no se pudo adaptar como el socialismo o la democracia. 
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Su cuento corto, “Manzanita,” se publicó en 1951 dentro de un libro de cuentos titulado La tuna de Oro. Los años de esta época eran marcados por una búsqueda de identidad venezolana. Desde el principio del siglo XX, Venezuela experimentó el éxito de exportaciones de petróleo. Sin embargo, mientras que se globalizó el mundo, la realidad venezolana experimentó el imperialismo de los Estados Unidos motivado por intereses comerciales. Durante la época, Venezuela luchaba por definirse políticamente y culturalmente como un país. Lean el cuento original aquí y hagan caso a la moraleja que presenta en el contexto cultural que acabo de exponer: http://www.lenguadigital.com/2011/06/manzanita-julio-garmendia/.

Tomando en cuenta mi aprendizaje en la literatura hispanoamericana, especialmente en el campo de literatura infantil, escribí esta adaptación de “Manzanita." ¡Disfrútenla!

Manzanita
De Julio Garmendia
Adaptación de Sara Werner 

Una vez en un pueblo, llegaron las manzanas del Norte y la Manzanita criolla se sintió despreciada a pesar de todo lo que había servido en el pasado. El frutero cuidó de lo mejor a sus manzanas norteñas con cajas cubiertas con una tela especial para protegerles de las moscas y las abejas. También las pulía cada mañana para que se vieran nuevamente frescas. Era el verano y el clima muy caluroso durante estos días, la época perfecta para tomar un batido frío y picar fruta fresca. Entonces, incluso los clientes empezaron a llegar a la frutería y a pedir las manzanas norteñas con antojo de comérselas. Las levantaban y las olían enamorados de ellas mientras Manzanita les miraba  desde  la  distancia  celosamente.

Un día, la Manzanita criolla no podía aguantar el dolor del rechazo nada más y buscó los consuelos de Señor Coco.

--¡Prefiero morir que no servir para nada!—lloró Manzanita.

--Pobre Manzanita—lamentó Señor Coco, pero no sabía que más de decir.

Entonces, su mejor amiga, la Piña, se le acercó y dándole un abrazo le dijo—No llores, Manzanita, todavía sirves para mucho. Ya no puedes rendirte porque vamos a madurar y hacernos tizana como siempre hemos soñado.

Desde arriba, las abejas habían estado buscando un charquito de jugo dulce para sorber y habían escuchado las quejas de Manzanita. Le dijo—Si no fueras una llorona, Manzanita, no sabrías tan salada y todo el mundo te querría. 

--Es la verdad—llamaron los Mangos de su caja—Las frutas no deberían llorar porque tienen celos de sus hermanos de otro país.

Pero, la Piña defendió a su amiga y les retó—Uds. no dirían lo mismo si fueran los que habían sido reemplazados por mangos norteños. 

--Nosotros los Mangos no tenemos hermanos en el Norte, pero quien eres tú para retarnos cuando tú te crees la reina del frutero porque tienes las hojas más largas en tu cabecita. Tú no puedes encargarte de nosotros. 

La discusión continuaba hasta la noche sobre quien era la mejor fruta y si había o no había necesidad de tener solidaridad entre las frutas del pueblo. Escuchando todo, Manzanita seguía llorando hasta que se durmió. Sin embargo, justamente antes de dormirse, Señor Coco finalmente le ofreció un consuelo. 

--Quizás las norteñas no van a quedarse. Ten paciencia—le susurró.

Esta noche, cuando Manzanita dormía, soñaba con las manzanas norteñas. Soñaba que Manzanita había muerto y un pájaro que volaba sobre los procedimientos de su entierro trajo noticas que las norteñas también habían muerto y todos necesitaban un entierro también. Según el pájaro, había mucho calor este día y ellas no lo pudieron soportar. De repente, Manzanita, se despertó a causa de unos golpes que sonaban como carne cayendo sobre madera. Abrió sus ojos y vio que el frutero estaba botando las manzanas norteñas dentro de una caja vacía que decía “NO VENDER.” Las que aún vivían él las puso en la nevera. Manzanita no podía creer lo que había visto. Empezó a soltar alrededor de la frutería despertando a todas las frutas, jubilosamente.

--¡Soy la manzana más fuerte de la frutería! ¡Solo un día de gran calor y no se venderán las norteñas!

Mientras Manzanita celebraba, una mujer con cañas y una cara arrugada y tierna entró el frutero y pidió—La mejor de sus manzanas, por favor. 

El frutero se dio la vuelta para abrir la nevera y sacar una manzana norteña. 

--Ah, pero yo no pensaría en hacer mi tizana tradicional con las manzanas norteñas—la mujer le corrigió. 

Entonces, el frutero levantó a la Manzanita criolla y se la dio a la mujer sonriendo—Ella es perfecta.

El pecho de Manzanita se llenó con orgullo y felicidad en las manos de su compradora. ¡Ella iba a hacerse tizana! Su sueño se había realizado, pero cuando la mujer salió de la frutería, Manzanita echó una mirada más hacia sus amigos y vio a las manzanas norteñas aisladas en la nevera. En este momento, Manzanita sintió su dolor porque también lo había experimentado. Por eso, la Manzanita criolla se dio cuenta que las norteñas no le habían  quitado el valor sino que Manzanita había buscado su valor en la opinión de los otros en vez de buscarla dentro de ella misma.  Y colorín colorado la historia de Manzanita se ha acabado.

Wednesday, July 3, 2013

¿Qué es una adaptación literaria?


La adaptación de una historia original consiste en dos componentes fundamentales: la técnica y la creatividad. Algunos adaptadores se enfocan más en un componente que el otro para lograr la meta que corresponde con su adaptación. Sin embargo, el hecho de que una adaptación no es una obra original, no significa que adaptar una historia no califica como una actividad creativa. Adaptar una obra de literatura permite que los niños pequeños crezcan con cuentos que les transmiten temas culturalmente valerosos. También permite que los lectores conozcan y revivan una época o un ambiente que no pertenece a su realidad, amplificando su imaginario. A menudo, las adaptaciones se hacen para lectores de otras épocas u otras culturas. Por eso, es importante que las adaptaciones empleen el vocabulario y nivel de compresión apropiados para sus lectores anticipados.

Por ejemplo, en el campo de literatura infantil, las adaptaciones son escritas teniendo en cuenta que los niños todavía van desarrollando su intelecto y su paciencia para leer. Además, las adaptaciones de literatura infantil a menudo son narradas, así que se escriben con una técnica que combina con la manera que se leerá la adaptación. Los números de personajes pueden disminuir, el cuento no debería prolongarse, se utiliza un nivel de vocabulario básico y se tratan de temas de interés para los niños. No deberían tener tanta elaboración que el narrador corre el riesgo de adaptar la adaptación para que se conserve la moraleja y no se distorsionen los elementos culturales de la obra original.

El primer componente de la adaptación es la técnica. Énfasis en este componente resultará en una obra con el mismo contenido y la misma forma de la obra original, pero reducida y simplificada. No necesariamente quiere decir que la obra no será amplificada porque el adaptador puede elegir a añadir explicaciones y  detalles para educar e interesar al lector. Adaptaciones en el nivel técnico son las mejores para introducir en las escuelas para que los estudiantes puedan acercarse a la literatura de los mejores escritores. El segundo componente de la adaptación es la creatividad. Énfasis en el nivel creativo puede alejarse mucho de la obra original hasta que sea otra creación con tal de que se mantenga el mensaje de la obra original.

Sin embargo, en ambos niveles de la adaptación hay ciertos requisitos fundamentales. Primero, el adaptador tiene que tener un conocimiento profundo de la obra y de la época en que se escribió. Segundo, hay que tener un conocimiento del autor original, su vida y el momento histórico en que vivió. Tercero, hay que conocer el ambiente, idioma, historia y tradiciones en el contexto de la obra original. Estos requisitos son imperativos para que se respete la cultura y no se distorsione ni ridiculice el mensaje y el tema originales.

Julio Cortázar, su narrativa y el sentir latinoamericano


Julio Cortázar, un argentino que pertenece al Boom literario latinoamericano, nació en 1914 en Bruselas. De padres argentinos, creció en Argentina porque su familia volvió a su patria cuando él tenía 4 años de edad. Allí hizo su carrera universitaria de educación con especialidad en literatura. Desde los 20 años de edad, él enseñó, primero en las escuelas secundarias y en la Universidad de Cuyo entre 1944 y 1945. Sin embargo, en 1945 renunció a su puesto en protesta de las violaciones cometidas por el régimen de Juan Domingo Perón y se trasladó a Buenos Aires donde comenzó a dedicarse a escribir cuentos. En 1951, Cortázar se trasladó a París donde vivió hasta su muerte en 1984 y trabajó como traductor de UNESCO. 


A partir de los años 50, se hizo reconocido entre la crítica literaria y un público de lectores europeos y después en Latinoamérica. Esta época productiva coincide con el Boom Latinoamericano que dio paso al reconocimiento de la literatura latinoamericana y apoyó a Latinoamérica en su búsqueda de identidad. Sus cuentos Axolotl (1956) y Graffiti (1981) son dos representaciones de la literatura hispanoamericana que cruzan la frontera y retrata lo universal, desde la perspectiva de un latinoamericano y la cosmovisión pertinente al continente. Inspiradas por lo que era la propia Hispanoamérica, su historia y cultura; las dos obras de Cortázar reflejan los sentimientos sociales y las observaciones del autor dentro de sus épocas respectivas. Al analizar Axolotl y Graffiti, se descubre un sentir de la narrativa latinoamericana[1].


Los axolotl, desconocidos en la realidad, son una especie de seres marinos mexicanos que llegan a tener mucha importancia para el narrador de Axolotl. Cada día el narrador, quien es el protagonista, vuelve al acuario para visitar a los axolotl que lo encantaron. Analizando la descripción de los axolotl en el discurso del narrador y la creación de una alegoría sobre una sociedad marginalizada a través de diferentes representaciones físicas de los axolotl se revela la técnica de Cortázar para transmitir el sentir de un tiempo como el cual vivió como exiliado argentino en París. Un fragmento de la descripción de los axolotl, a la cual está dedicado mucho del discurso, brinda el contexto necesario para entender la alegoría que nos muestra Cortázar a través del narrador.


Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl y el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas… Pero una lagartija tiene también manos así y nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojillos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales.

El lenguaje que emplea Cortázar en cuanto a la descripción de los axolotl es muy preciso en cuanto a las atribuciones humanas que tienen los axolotl que no son precisamente físicos. Este hecho se justifica con la capacidad racional que les da a los axolotl de no representarlos como simples “animales”. Dentro del acuario de los axolotl hay un mundo que los seres humanos—los extranjeros—pueden entrar y son capaces de entender.  


La capacidad racional y las características antropomórficas dan paso a la alegoría sobre una sociedad marginalizada que crea Cortázar. 


El horror venía—lo supe en el mismo momento—de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles.

Después de una elipsis en la escena inicial, el narrador advierte, “Ahora soy un axolotl,” y su metamorfosis se lleva a cabo en la complicación del cuento, teniendo un sentido alegórico. Los axolotl están atrapados inmóviles en el acuario  como el narrador mismo se siente atrapado dentro de su sociedad. La alegoría sobre una sociedad marginalizada muestra una representación de la sociedad europea donde una voz extranjera hispanoamericana se siente marginalizado y se hace sumamente consciente del cuerpo que no puede escapar y la identidad que lo distingue en una ciudad francesa. El narrador se identifica con los axolotl, que simbólicamente pertenecen a México, dentro de una sociedad que no les entiende y que está llena de hombres “insensibles[2]”. La conciencia de estas distinciones es represiva y lo hace a uno inmóvil dentro de la sociedad que lo rodea. Su cuerpo, alegóricamente está preso y su mente encuentra paz en la conciencia de un axolotl que comparte su situación. Los axolotl, comparten su pensamiento de hombre, lo que unifica la humanidad de ambos pero es lo que el narrador no puede compartir con la sociedad. Los axolotl representan, entonces, una sociedad marginalizada que no reciben el trato digno del ser humano, sino el de los animales. Por eso, Axolotl transmite el sentir de una profunda soledad y una ansiedad que encuentra un hispanoamericano viviendo afuera de su continente. 


Por otro lado, Graffiti, transmite un sentir particularmente pertinente a los países hispanoamericanos dentro de las dictaduras. Cortázar crea una historia ficcional basada en los relatos y sentimientos del narrador y manifestada a través de los dibujos de tiza que hace el narrador clandestinamente por la ciudad. Él se escapa de su realidad a través de los dibujos que, para él, contienen la libertad y esencia de la vida que no se permite en su sociedad. El grafiti descrito como tal en el cuento no es para transmitir un mensaje político, sino para representar la necesidad de observar lo que lo rodea a uno, criticarlo y actuar por consecuencia de ello. 


Simplemente te divertía en hacer dibujos con tizas de colores (no te gustaba el término graffiti, tan de crítico de arte) y de cuando en cuando venir a verlos hasta con un poco de suerte asistir a la llegada del camión municipal y a los insultos inútiles de los empleados mientras borraban los dibujos. Poco les importaba que no fueran dibujos políticos, la prohibición abarcaba cualquier cosa, y si algún niño hubiera atrevido a dibujar una casa o un perro, lo mismo hubiera borrado entre palabrotas y amenazas. En la ciudad ya no se sabía demasiado de qué lado estaba varadamente el miedo; quizá por eso te divertía dominar el tuyo y cada tanto elegir el lugar y la hora propicios para hacer un dibujo.

En la realidad opresiva con la cual se enfrenta el narrador, él se rebela contra la represión sin ningún motivo ideológico. Hace una crítica sobre la confusión que existe en la sociedad entre los campos ideológicos que ya no son coherentes y chocan con el impulso del ser humano para expresar sus propios pensamientos. Esa rebelión, que consiste en dibujar donde se prohíbe, lleva el mensaje implícito que es la necesidad de pensar. Los dibujos representan los pensamientos que van en contra aceptación de la realidad y son observados, revisados y premeditados antes de que se expresen en las paredes de las esquinas oscuras de la cuidad. Pensar a veces es la acción correcta y lo más necesario para confrontar los defectos de la sociedad y superar la tendencia de conformarse y dejarse llevar por el miedo. Otro aspecto de la cita colocada es que el narrador utiliza la segunda persona y sigue utilizándola en la mayoría del cuento. Esta técnica se utiliza porque el cuento está dirigido a otro personaje, una mujer. Por eso, el discurso logra transmitir los sentimientos y las acciones de dos personas que comparten el mismo dolor y frustración. El narrador puede proyectar estos sentimientos a la mujer y demostrar la universalidad del sentir que también es particular de su escenario latinoamericano.


A través de los dibujos el narrador y la mujer llegan a tener una especie de relación abstracta. En los dibujos que ella deja a lado de los suyos como si fueran comentarios para el narrador, él vive una profunda existencia aparte de su realidad que reprime su expresión y condena la reflexión. Sin embargo, esa misma existencia está formada por la realidad y surge como consecuencia de ella. Como si pertenecieran a una parte del narrador que no puede llegar a definirlo, los dibujos crean un mundo aparte de la realidad social en la cual viven los personajes. Los dibujos se convierten en las protagonistas porque a través de ellos hay dialogo, expresión y reflexión que no se realizan en la realidad sino en un nivel existencial que la realidad rechaza. 


Por eso, a través de los dibujos el narrador llega a tener sentimientos por la mujer. Quiere encontrarse con ella y le tiene afecto porque los dos piensan similar, luchando contra la misma situación social. El afecto que tiene por la mujer desconocida desenlaza en una tragedia donde ella está arrestada cuando la pillan dibujando una “respuesta” al dibujo del narrador.


De alguna manera tenía que decirte adiós y a la vez pedirte que siguieras. Algo tenía que dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no había ningún espejo, solamente un hueco para esconderme hasta el fin en la más completa oscuridad, recordando tantas cosas y a veces, así como había imaginado tu vida, imaginando que hacías otros dibujos, que salías por la noche para hacer otros dibujos.

Al perder el dialogo y a la mujer, el narrador comienza a internalizar todos sus pensamientos, perdiendo también su medio para expresarse y rebelarse contra la injusticia con que se enfrenta. Por lo tanto, su existencia en la realidad se oscurece y la parte expresiva dentro de él desaparece con la mujer, convirtiéndose en un amargo remordimiento que tiene que imaginar una realidad distorsionada para consolarse. No alcanza a ser la persona que se puede identificar como quiera, ni siquiera un espejo le revela quién es tanto como los dibujos que tampoco pudieron ser reconocidos como parte de él. 


En conclusión, la narrativa latinoamericana ejemplificada por Cortázar lleva los sentires de soledad, ansiedad y frustración ante la sociedad. Creando mundos marginalizados y no reconocidos dentro de las realidades de los personajes, Cortázar retrata las luchas de Latinoamérica que corresponden con su identidad. Él trata lo universal, su técnica logra que las narraciones se trasladen también a, “…la misma realidad cotidiana que comparte el lector con los personajes[3].” Los narradores en cada cuento dejan de ser por sí mismos y abren espacio para que en el cuento se active los sentires dentro del lector y estimule la reflexión de poder aceptar la invitación de los narradores de entrar en sus zapatos. En Axolotl, el narrador deja su cuerpo y se hace axolotl y el lector puede llenar con su conciencia el cuerpo vacío para observar a los axolotl y conectarse con la conciencia del lector. Similarmente, en Graffiti, el empleo de la segunda persona también sirve para invitar al lector a sentir lo que experimenta el narrador en su rebelión reflexiva. Es decir que dicha técnica proyecta en el lector lo que sienten los personajes interactuando a través de los dibujos porque no queda absolutamente claro, hasta el fin del cuento, indicado en la cita anterior, que toda la narración sea dirigida a la mujer.





[1] Chang R., Raquel, Malva E. Filer. Voces de Hispanoamerica: Antologia literaria, 441-443. Boston: Heinle & Heinle Publishers, 1987. 
[2] Ver  cita del texto arriba. 
[3] Loc. cit.